Fuente (www.lanacion.com.ar)
El término "diabetes" designa un grupo de enfermedades que tienen en común una excesiva eliminación de orina. La llamada diabetes mellitus es la forma más frecuente y en ella el mecanismo básico de la enfermedad se relaciona con una falla en la utilización de la glucosa por los tejidos. A su vez, esa falla se vincula con una deficiencia en la actividad insulínica del páncreas y de los tejidos, que no pueden contar con la glucosa necesaria. Se reduce así la principal fuente de energía del organismo, y el paciente lo revela en los estados de cansancio que padece y en el adelgazamiento.
La insulina es la hormona antidiabética que se produce en el páncreas. Su acción se ejerce en el metabolismo de los hidratos de carbono; su déficit origina alteraciones en ese metabolismo. Cuando la insulina se administra para lograr el descenso de la glucemia, es porque la disminución que sufre el paciente provoca temblores, sudoración o sensación de hambre, entre otros.
La diabetes es una severa enfermedad padecida por la décima parte de los habitantes adultos del país, que día tras día deben calcular los hidratos de carbono que consumen a fin de equilibrar la glucosa. La investigación a la cual nos habremos de referir ha sido dirigida por el ingeniero Ricardo Sánchez Peña, investigador del Conicet y director del Doctorado del ITBA.
La primera etapa de la investigación fue en 2016. Los estudios avanzaron hacia el desarrollo de un páncreas artificial, labor en que científicos del Conicet y del ITBA desarrollaron un algoritmo (es decir, un procedimiento sistemático de cálculo) que permite dirigir la bomba automática de infusión de insulina, un modo de sustituir la disfunción de un páncreas enfermo y regular de manera automática los niveles de glucosa, denominado con la sigla ARG (que emplea iniciales de palabras en lengua inglesa y, así también, del nombre de nuestro país).
A mitad del año pasado se puso a prueba con éxito dicho algoritmo con cinco pacientes que sólo debían registrar el momento en que empezaban a comer y, a continuación, el sistema creado inyectaba automáticamente la cantidad de insulina necesaria.
Siendo el objetivo de esta experimentación la regulación automática de los valores del azúcar en sangre, supone un significativo avance para el paciente, que se libera de calcular y mantener los niveles de insulina. También evita el riesgo de equivocarse y sufrir hipoglucemia. Los pacientes que se prestaron a las pruebas no sufrieron ninguna alteración.
Corresponde, pues, destacar este avance, todavía experimental, en el tratamiento de la diabetes, que promete ser, a juicio de especialistas, el mayor progreso en el control de esta enfermedad, desde la introducción de la insulina en 1921.
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